jueves, 17 de mayo de 2007

¿CONSUMIR O NO? ES UNA GRAN DECISIÓN


Es común ver cómo los jóvenes de hoy se encuentran en medio de uno de los mayores peligros: El alcohol. Las estadísticas muestran cómo, diariamente, aumentan las muertes por intoxicación etílica mientras disminuye la edad de iniciación de este hábito. Muchas organizaciones tratan de combatir esta situación que se propaga sin control alguno en nuestra sociedad. Sin embargo, tantas campañas preventivas parecen realizarse en vano porque la conciencia de decir “no”, debería crearse a partir de un conocimiento claro de los benéficos y daños que nos ocasiona tal hábito.

La decisión de consumir solo debe depender de nosotros. Sólo nosotros somos responsables de nuestro cuerpo, de nuestras vidas. En este ensayo no me apresuraré en decir que el consumo de alcohol es malo, sin antes explicar qué efectos acarrea sobre el cuerpo.

El alcohol al entrar en nuestro organismo, ocasiona serios daños en el aparato digestivo. Genera cirrosis hepática, gastritis y úlceras estomacales, sin nombrar los problemas en el sistema nervioso central y periférico, acompañados de daños emocionales. Al consumir, estamos expuestos a padecer todos estos problemas. Vivimos en medio de cócteles sociales, reuniones de negocios, Eventos familiares y claro la rumba, eventos en donde el licor siempre esta presente entonces ¿como decir no al alcohol si vivimos en una sociedad en donde ya esta conducta es aceptada y hace parte de la cultura? Es muy difícil tratar de cambiar una tradición que ha perdurado por años. Es complicado cambiar el pensamiento de los padres que cuando ven a su hijo varón tomar por primera vez, se sienten orgullosos de ellos y se les llena la boca cuando le cuentan a sus amigos que ya su hijo, su pequeño, es todo un hombre.

Esta situación es similar en los jóvenes cuando les cuentan a sus amigos que han ingerido alcohol. Todos creen que por hacerlo ya son más grandes, populares o malos. Esta situación es absurda ya que por el contrario no estamos haciendo nada sobrenatural, extraordinario o fuera de lo común. Simplemente estamos cayendo en un hábito ya impuesto por la sociedad. La misma, que se queja a diario de las estadísticas. El consumo de licor es algo tan común como ir comer, vestirse o bañarse por esto realmente no estamos incursionando en un tema nuevo. Lo que estamos haciendo, es volver a caer en los errores de nuestros padres. Cuando probamos el alcohol, lo hacemos porque queremos experimentar, y ese “experimentar” es una etapa propia del ser humano, más en la adolescencia donde se encuentra en su pleno desarrollo físico y mental. Pero esta no puede ser una excusa para probar todo tipo de sustancias.

Cuando viajé a san Andrés en la excursión de mi último año de colegio, una de las mayores preocupaciones de los padres de mis amigas era el tema del licor. Todas las niñas que íbamos éramos menores de edad y consumíamos licor. Pese a todas esas preocupaciones llegamos a San Andrés, solas, sin nadie que nos cuidara. Así que nuestro bienestar en esos 6 días dependía sólo de nosotras. El licor y todo tipo de drogas estaban a mi disposición pero en ese momento fui consciente que todo dependía de mí, de mis creencias y de mi fuerza de voluntad. Llegue a Cali con mil historias que contar, sin negar que consumí licor.

El consumo de licor es una conducta aceptada por nuestra sociedad. Ya hace parte de nuestra cultura. Es paradójico decir que esperamos que la nueva sociedad conformada por nosotros, los jóvenes, no tengamos los mismos errores, que no tengamos los mismos hábitos que nuestros antepasados. A pesar de tantas campañas preventivas sobre el consumo de alcohol y narcóticos, día a día, un niño prueba el alcohol y en muchas de las ocasiones, por no decir todas, lo hace en consentimiento de sus padres. Existe una extraña filosofía en los padres de familia de este siglo y es: “Es mejor que nuestros hijos aprendan a tomar en la casa”, pero ¿no sería mejor que antes de enseñarles a tomar, les contaran qué efectos puede traer este hábito a sus vidas y que riegos corren al consumir alcohol? Ese es el mayor error en el que incurren los padres. Son permisivos pero no crean conciencia en que todo depende sólo de nosotros. O, si se presenta el caso contrario y los padres de familia son represivos y no dejan que los hijos conozcan las cosas tal y como son, se corre el riesgo que a la mínima señal de libertad, los jóvenes la conviertan en libertinaje y hagan muchísimas cosas de las cuales se van a arrepentir.

Después de mucho buscar el porqué los jóvenes consumimos alcohol, he podido llegar a varias conclusiones. La primera es que lo hacemos porque sí. Esa fue la respuesta más común a la hora de realizar las encuestas. La respuesta inmediata fue: “porque si” pero si traducimos ese “porque si”, lo que realmente queremos decir es que lo hacemos por inercia, porque ya es un habito pasivo en nuestras vidas, ya que, como es aceptado por la sociedad nos parece lo mas normal del mundo hacerlo. La segunda conclusión a la que llegue es que los jóvenes consideran al alcohol parte fundamental en sus relaciones personales. Todos coincidieron que cuando están bajo los efectos del alcohol son más extrovertidos, alegres, graciosos y es mas fácil conocer a nuevas personas. Ese cúmulo de beneficios son los que los llevan a consumir cada vez más, porque en ningún momento se es consiente del daño que se está ocasionando al organismo ni del peligro que corremos al perder el control sobre esta práctica que en un comienzo parece inofensivo pero que, con el tiempo, puede acabar con nosotros.

Si es cierto que cada persona es responsable de sus actos y dueña de su vida, no entiendo porqué es tan común que al caer en un problema de alcoholismo la primera manifestación del enfermo sea otorgarle la culpa de su estado a otros, de reprocharle a todas las personas cercanas a él por qué no le advirtieron que podría llegar a ese estado. Como he dicho antes, la decisión sólo está en cada persona. Es algo personal. Es una decisión que se debe tomar pensando en qué está bien o mal para nosotros sin estar coaccionados por la sociedad, nuestros padres, profesores, amigos, las leyes…

Nuestro futuro puede estar marcado por decisiones importantes como esta. Así que se puede tomar, conociendo primero todos los aspectos de este hábito, sabiendo hasta qué punto somos capaces de controlarlo. El verdadero problema comienza cuando los límites son tan flexibles que el control lo toma el licor. Así lo afirma Karina, una jovencita Vallecaucana que llegó al extremo en esta situación: "Cuando uno empieza a beber y le queda gustando se vuelve un problema. Para mí era cosa del fin de semana, luego lo hacía entre semana, hasta que se me convirtió en algo diario. Abandoné el estudio, no me importaba nadie, mucho menos lo que dijeran de mí. Mis amigos se alejaron". Muchas de las personas que llegaron al extremo y que tuvieron una ayuda en el momento adecuado y lograron salir del alcoholismo, le reprochan a sus padres y a sus amigos por qué no les informaron que consecuencias podría traer el consumo sin medida de alcohol.

Los motivos no son un problema a la hora de ingerir alcohol. Aquí en Cali, tomamos porque es jueves de salir con los amigos, viernes de rumba, sábado de pasarla bien y domingo de pasar el guayabo. Se ingiere licor porque estamos felices, tristes, melancólicos, porque tenemos novio(a) nuevo, porque estamos despechados, por pasar el rato, lo hacemos en una despedida, en una bienvenida y en cualquier ocasión. Para rumbear es necesario que el licor esté presente: es el invitado de honor que no puede faltar porque sin él, no sería lo mismo. Así que los motivos no son una excusa para hacerlo. Lo mejor es no buscar excusas. Simplemente, si se consume, es por convicción. Sabiendo que consecuencias nos puede traer, a que nos exponemos y no olvidando cuales son los limites

Después de saber qué efectos tiene el licor en nuestro cuerpo y cuales son las consecuencias en el aspecto psicológico, es decisión de cada persona si desea o no consumirlo. Cada persona esta en toda su libertad de elegir. Y debe hacerlo sin pensar en que está bien o mal para los demás. Sólo se debe tener en cuenta que está bien para uno. Para mi cuerpo, para mi vida. ¿Hasta qué punto soy capaz de contrólame y no dejar que este habito pasivo socialmente aceptado me controle?. Hay que ser egoísta en la forma de pensar puesto que nadie es más responsable sobre nosotros que nosotros mismos. Y tal vez, como dice la nueva campaña de bienestar universitario de la Icesi “el consumo, te consume”. Y sólo en tí está la decisión.

stephany Varona Rios



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